En “La Inmortalidad”, Milan Kundera hablaba de la figura del “homo sentimentalis”, definiéndola como aquella persona que eleva sus sentimientos a nivel de valores y que pone un interés especial en exhibirlos constantemente. En una época en que la política parece haberse puesto a la altura de las redes sociales y donde la fórmula más o menos ingeniosa ha sustituido al debate político, se están consolidando fuerzas políticas que hasta hace bien poco no tenían la más mínima posibilidad de obtener representación parlamentaria. Y lo han hecho apelando a los instintos básicos de una población frustrada, más que ofreciendo un programa político y económico coherente.